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Una labor gratificante, demasiadas veces frustrante, cuyo por qué impide arrojar la toalla.
Gratificante, frustrante, impedir y arrojar parecen antónimos que no casan en la misma
frase. Pero es que así de complejo es el día a día de las personas implicadas en el mundo
asociativo. Como Eva Loureiro o Elena Rodríguez. Directivas de Adido y Aspamadis,
han aprendido a valorar cada logro, a reponerse ante los fracasos y, sobre todo, a impedir
que la decepción les encoja el corazón y las paralice evitando alcanzar su objetivo: construir
un mundo que valore las capacidades y no se limite a ver la discapacidad intelectual de sus hermanas.

Por esas hermanas seguirán moviendo conciencias para que la sociedad ourensana rompa barreras, destierre estereotipos y miedos fruto del desconocimiento y abra los ojos y la mente. Por esas hermanas seguirán invitándonos a cultivar una cultura de respeto para que todas las personas tengan las mismas oportunidades de demostrar sus capacidades y su alto grado de responsabilidad en el desempeño de un trabajo remunerado. Por ellas y por todos los hermanos, hijos e hijas con discapacidad intelectual.

Este texto es mucho más que un relato sobre el trabajo de una asociación a través de dos directivas. Queremos que cada palabra de Eva y Elena remueva conciencias y genere una necesaria reflexión sobre la inclusión. Porque necesitamos que deje de ser una meta lejana y se convierta en una tarea urgente y colectiva. ¿Nos ayudas a construir un Ourense inclusivo? No respondas hasta que finalices esta lectura.

Eva y Elena, junto con Manuel Martín, Avelino García o Ramón Couto, son el claro
ejemplo de que una asociación sin ánimo de lucro solo sería un acrónimo sin todos los
nombres propios unidos por el lazo invisible de un firme compromiso con una causa, como
es en su caso la defensa de los derechos de las personas con discapacidad intelectual. Padres y madres se unieron hace una década bajo el paraguas Adido. “Y también hermanas”, reivindica Elena en relación a la importancia de este papel, en especial cuando los padres son mayores. Ella es la pequeña de cuatro hermanos, y reconoce que en ocasiones es difícil hallar la medida exacta para que esa hermana, que la ve como una figura materna, esté bien. “Cuidar y proteger, pero sin caer en la sobreprotección no siempre es fácil”, como tampoco lo es estar siempre al cien por ciento. Y cuando hay nubarrones, aunque éstos no estén en el cielo, “se espera a que salga el sol”.

Elena abre con estas palabras una caja de Pandora: cómo ve y acepta la sociedad la discapacidad. En su opinión, “mucha gente no sabe qué es la discapacidad porque no la conoce”. Ella tiene claro que vivirla de cerca, en tu núcleo familiar, ayudaría a romper muchas barreras levantadas por el miedo a lo desconocido y “dejarían de ver personas con discapacidad y verían personas por encima de todo”, como dice el lema de la asociación.
Elena está bien si su hermana está bien. En realidad la frase la dice en plural. “Si ellas
están bien, nosotras también”, dejando claro que su opinión es compartida por Eva. Se abre
entonces una nueva caja de Pandora, porque Elena tiene claro que “trabajar es sinónimo de
salud”. Y ahora es Eva la que interviene para remarcar que para las personas con
discapacidad tener un trabajo es mucho más que cobrar un sueldo: “É sentir que son parte
dunha sociedade, que as valora coma persoas e que ve as súas capacidades por riba
dunha discapacidade”, una frase que permite entender por qué la asociación dio un paso
más y creó el centro especial de empleo Aspamadis.

Eva es directa: “Eu creo nesto, non teño coñecementos de dirección de empresa pero sei que a inclusión é posible”. Abrí con esta afirmación una tercera caja de Pandora: por qué resulta tan difícil consolidar un proyecto de economía social. Porque dice Eva que se precisa “sensibilidade e empatía” por parte de instituciones, empresas y particulares. Sus mensajes sobre la inclusión se van intercalando con los de Elena. En sus emocionadas palabras hay una mezcla amarga de decepción y agradecimiento. “Estamos moi agradecidos a todos os que confiaron e siguen confiando no noso proxecto”, pero _como apostillan ambas_ necesitan una mayor implicación de la sociedad ourensana.

Repetirán las veces que haga falta su mensaje inclusivo y su argumentario: proyectos como
Aspamadis son buenos para las personas con discapacidad y también para la sociedad en
general. “A inclusión é posible, son persoas que poden facer calquera tipo de traballo,
segundo as súas condicións, é preciso que confíen neles que lles dean a posibilidade de
demostrar do que son capaces”, insiste Eva. “Eles son parte da sociedade e ter un posto de
traballo fainos sentir que realmente son valorados como persoas; pido que confíen neles
que lles deixen demostrar do que son capaces”, insiste.

Y es que el acceso a un empleo digno y remunerado constituye uno de los pilares fundamentales para la inclusión social, porque las personas con discapacidad consiguen independencia económica y, sobre todo, dignidad, autoestima y sentido de pertenencia. El empleo es una vía poderosa para demostrar capacidades, construir relaciones y participar activamente en la vida de la comunidad.


Sin embargo, la inclusión no se logra de forma automática. Requiere personas
comprometidas en las instituciones, en las empresas y en cada hogar. “¿Por qué seguir
hablando de discapacidad en vez de hablar de cómo son responsables en su trabajo, cómo
son fieles, como se respaldan entre ellos?”, se pregunta Fernando Ledo, voz autorizada ya
que es uno de los trabajadores de apoyo de Aspamadis. “Trabajar con ellos es una gozada,
doy fe de que están más capacitados que la media”, sentencia. Su símil es muy didáctico:
debemos dejar de seguir en la barca con dos remeros queriendo ir hacia la izquierda y otros dos en sentido contrario. “La inclusión exige que todos rememos en la misma dirección y no es tan difícil; yo lo veo fácil”, repite insistiendo en un mensaje que debe calar en todos y cada uno de nosotros.


Aspamadis es un proyecto pionero en Ourense. Es una herramienta idónea para conseguir
la inclusión de las personas con discapacidad intelectual gracias al desempeño de un trabajo remunerado en este centro especial de empleo, integrado en Cegasal, y dedicado a servicios de jardinería. Manuel (que tantas veces ha dado voz al colectivo desde su puesto de presidente), Eva, Elena y Fernando podrían seguir hablando de inclusión. Ahora necesitan que instituciones, empresas y particulares den un paso al frente y apuesten por la
construcción de un mundo en el que las diferencias no implican exclusión. Un mundo en el
que inclusión sea mucho más que una palabra.

Tú puedes empezar a hacer realidad un Ourense inclusivo contratando los servicios de Aspamadis. ¿Necesitas más información? Nos cansaremos, pero repondremos fuerzas para seguir insistiendo en nuestro mensaje. Los padres, madres y hermanas seguiremos dando voz a las necesidades de las personas con discapacidad intelectual y animando a cada ourensano para que haga posible que inclusión sea una realidad y no un lejano objetivo.

Confiamos en que hayas llegado hasta este párrafo. Es hora de repetir la pregunta del titular
(lo cierto es que en cada frase de Eva, Elena o Fernando hay un titular). ¿Nos ayudas a
construir un Ourense inclusivo?

Si la respuesta es negativa, no temas porque no decaeremos. Seguiremos insistiendo en estos mensajes. Los repetiremos las veces que sea necesario porque, como dice la primera frase de este relato, nuestra razón de ser tiene un por qué que nos impide tirar la toalla: conseguir que las personas con discapacidad sientan realmente que son parte de la sociedad ourensana.

Si la respuesta es afirmativa, estás en el lugar online adecuado. Pero ten presente que la
palabra no tiene poder si no va seguida de una acción. Así que navega, conoce nuestros servicios, nuestro equipo y contáctanos. Te atenderemos con la misma ilusión y sonrisa con la que nuestro/as chico/as van a trabajar.

Estas líneas van acompañadas de una imagen. Es la de una tarde de reunión de trabajo de
Eva, Fernando, Manuel y Elena. Tarde de reunión en una primavera que llegará cargada de
cambios. Pero eso será contenido para otro relato. Y no será el único, porque nos quedan muchas personas y capacidades por descubrir.

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Eva, Fernando, Manuel y Elena cerrando iniciativas para una primavera inclusiva